LOS SEGUIDORES DE SADE Y SACHER-MASOCH

Durante la vida tenemos la oportunidad de conocer a un sinnúmero de personas. Algunas nos reconfortan y nos hacen sacar lo mejor de cada uno, afloran los sentimientos y emociones más agradables que podamos imaginar, y anhelamos pasar tiempo con ellas para poder compartir estas sensaciones. Pero también conocemos otro tipo de personas, no menos importantes que las otras, que hacen surgir otro tipo de sensaciones. Son aquellas personas que nos desafían, que intentan dominarnos y someternos a sus deseos, que tienen una especie de magnetismo que nos quita el autocontrol y hace abatirnos.
El problema está cuando estas personas abusan del poder que poseen, y tú incondicionalmente pasas el tiempo escuchándolas, comprendiéndolas, consolándolas, y tu felicidad se limita a pasar un instante día junto a ellas. Su comportamiento ambivalente pasa de momentos inolvidables donde al parecer ambos sienten lo mismo y disfrutan de la compañía mutua, a uno donde notas que estas molestando y lo mejor que puedes hacer es irte de su lado para no seguir estorbando. Son incapaces de comunicar sus sentimientos, sin embargo les agrada que tú compartas los tuyos. Esto te confunde, te da inestabilidad, y te hace sentir inseguro. Cuando pides explicación a su conducta contradictoria, es probable que te den a entender que eres sólo tú quién percibe tal incoherencia, y paradójicamente lo único absurdo ahí eres tú y tus absurdas dudas. Te das cuenta que entregas mucho pero a ellas les es imposible devolver todo lo que das, entregas o confías, y la relación está lejos de ser recíproca.
Cuando esto sucede y te queda un mínimo de sentido y objetividad, dices ¿Por qué me hago esto? ¿cómo puedo ser tan masoquista? Así es que decides salir de la relación y comenzar de nuevo, pero llega otra señal, una llamada o un encuentro inesperado que hace echar por tierra el nuevo plan que tenías y volver a caer en el círculo de lo tortuoso y ambivalente.
La verdad es que esta situación puede durar un buen tiempo, pero siempre está la esperanza del comienzo de un nuevo día y la oportunidad de renacer, reinventarse o lo que sea. Afortunadamente el invierno no es eterno, y la estación primaveral te renueva. Al percatarse de lo cegado que estabas, lentamente comienzas a entender que el cielo no está cerrado a ti, y conoces nuevas personas totalmente distintas quienes no te hacen sentir abatido, patético o humillado, al contrario, los comentarios afectuosos, halagadores o envanecedores que te hacen, te sorprenden y son poco creíbles al comienzo. Estabas tan subyugado que se te habías olvidado de lo valioso que eres y lo atractivo que le puedes resultar a las personas. Te abren la fantasía, y nuevamente comienzas a creer. Ahora sólo depende de ti lo que hagas, una nueva oportunidad de vivir ha llegado.
De estas vivencias lo importante es aprender. No sirve un sufrimiento sin sentido, y lo mejor que se puede sacar de esta situación, es que la experiencia obtenida te ayude a no volver a cometer el mismo error.
A mis amigos, quienes han vivido experiencias similares y han inspirado este articulo.
El problema está cuando estas personas abusan del poder que poseen, y tú incondicionalmente pasas el tiempo escuchándolas, comprendiéndolas, consolándolas, y tu felicidad se limita a pasar un instante día junto a ellas. Su comportamiento ambivalente pasa de momentos inolvidables donde al parecer ambos sienten lo mismo y disfrutan de la compañía mutua, a uno donde notas que estas molestando y lo mejor que puedes hacer es irte de su lado para no seguir estorbando. Son incapaces de comunicar sus sentimientos, sin embargo les agrada que tú compartas los tuyos. Esto te confunde, te da inestabilidad, y te hace sentir inseguro. Cuando pides explicación a su conducta contradictoria, es probable que te den a entender que eres sólo tú quién percibe tal incoherencia, y paradójicamente lo único absurdo ahí eres tú y tus absurdas dudas. Te das cuenta que entregas mucho pero a ellas les es imposible devolver todo lo que das, entregas o confías, y la relación está lejos de ser recíproca.
Cuando esto sucede y te queda un mínimo de sentido y objetividad, dices ¿Por qué me hago esto? ¿cómo puedo ser tan masoquista? Así es que decides salir de la relación y comenzar de nuevo, pero llega otra señal, una llamada o un encuentro inesperado que hace echar por tierra el nuevo plan que tenías y volver a caer en el círculo de lo tortuoso y ambivalente.
La verdad es que esta situación puede durar un buen tiempo, pero siempre está la esperanza del comienzo de un nuevo día y la oportunidad de renacer, reinventarse o lo que sea. Afortunadamente el invierno no es eterno, y la estación primaveral te renueva. Al percatarse de lo cegado que estabas, lentamente comienzas a entender que el cielo no está cerrado a ti, y conoces nuevas personas totalmente distintas quienes no te hacen sentir abatido, patético o humillado, al contrario, los comentarios afectuosos, halagadores o envanecedores que te hacen, te sorprenden y son poco creíbles al comienzo. Estabas tan subyugado que se te habías olvidado de lo valioso que eres y lo atractivo que le puedes resultar a las personas. Te abren la fantasía, y nuevamente comienzas a creer. Ahora sólo depende de ti lo que hagas, una nueva oportunidad de vivir ha llegado.
De estas vivencias lo importante es aprender. No sirve un sufrimiento sin sentido, y lo mejor que se puede sacar de esta situación, es que la experiencia obtenida te ayude a no volver a cometer el mismo error.
A mis amigos, quienes han vivido experiencias similares y han inspirado este articulo.
2 Comments:
si, y creo que todos pasamos alguna vez por eso, pero lo importate, como dijiste, es lograr darse cueta de lo valiosos que somos, que hacernos daño por alguien que no vale la pena es perder el bello tiempo...
By
Anónimo, at martes, octubre 25, 2005 5:46:00 a. m.
Tienes razón.
By
Anónimo, at jueves, noviembre 03, 2005 9:37:00 a. m.
Publicar un comentario
<< Home